La
eternidad fue la marea
bogando
almas de sal y arena,
dorada
por el cálido sol
entre
las inmutables piedras.
La
felicidad fue la belleza
de
astros profanos de miseria,
siempre
ostentando brillos,
crepitando
entre celeste esperma.
La perfección
fue el silencio,
certero
amanecer de nieblas
abrazo
de sol o de lluvia
cercana
que las diluyera.
La
muerte es esta ruin vida
de pies
desterrados de cuerpos,
eternamente
condenados
sin confianza
en ser tierra nueva.
[Tierra con nosotros]
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