BITÁCORA DE SILENCIOS


Desde pequeña supe que los vacíos que la realidad clava en mi alma se llenarían con poesía y de lecturas que me han hecho como soy. ¡Cuánta belleza!, ¡Cuánto espanto!, ¡Cuánto silencio!, ¡Cuántas palabras!

Y desde entonces, todas mis lecturas se han acomodado en esos huecos fríos que la vida había ido horadando y los ha llenado de belleza, espanto, silencios, dolor, ternura… palabras y sensibilidad. Desde casi siempre, he dejado reposar sensaciones, sentimientos de todos los colores, imágenes,… en mis entrañas para después intentar expresarlas con palabras, con la pretensión de comunicar y de hacer sentir emoción. Si consigo que en el interior de los que me lean, tiemble el filamento de una entraña con mis palabras, me doy por satisfecha. Si a través de la poesía, la realidad aparece sin distorsión y conseguimos abrir los ojos de los que nos escuchan, crear la duda ante lo aprendido y aceptado por costumbre, dar otra visión posible, otra valoración a la vida, convertirnos en más solidarios, más sensibles, más HUMANOS, no hay nada perdido.

Siempre he buscado la palabra, Licenciada en Filología Hispánica y Filología Portuguesa, las dos lenguas y el gallego me llenan de herramientas que permiten que mi búsqueda sea fructífera y tan heterogénea como los que me precedieron. Mi última aventura en la palabra: traducir del portugués, un descubrimiento con sabor a mar.

Tríptico de mármol (Ed. Huerga y Fierro, 2010) es mi primer libro de poemas en el que reza: LA POESÍA YA NO SÓLO ES BELLEZA, ES RESISTENCIA AL ESPANTO.

Ternura incandescente [Huerga y Fierro 2012]: EL TIEMPO LO-CURA TODO: UNOS AMORES SE TEMPLAN; OTROS, SE CONSIGUEN INCANDESCENTES. Porque el amor es tan contradictorio como la vida.

Tierra con nosotros (Premio poesía 2013, ed. Seleer): La realidad se impone, todos vivimos y bebemos de este tiempo que nos toca. Todos observamos, sentimos y sufrimos por nosotros y por los otros. Tenemos que ver para poder cambiar el mundo que nos desagrada.

Desde la otra orilla (Proyecto Arte Ediciones, 2014), 10 imágenes hermosas acompañan los versos que buscan el renacer en otra orilla, más allá de realidades que asfixian la libertad y la belleza). Un hermoso libro para ser expuesto, más que acomodado en una estantería.

Bitácora de ausiencias (Amargord, 2015), las ausencias marcan el camino vital. La búsqueda de nosotros mismos, de nuestro lugar, de nuestras presencias, son el motor de arranque cada día. Desde los campos de concentración (donde el dolor por los ausentes se ha hecho insoportable pero necesario), visita obligada para ser conscientes del dolor que el ser humano es capaz de causar a sus iguales; hasta el camino de búsqueda de la ternura y la belleza, la palabra dibuja mundos fácilmente reconocibles, crudos y hermosos al mismo tiempo.

Aprehenderse (Amargord, 2017) Un libro hecho mano a mano con el artista gráfico Juan Sebastián González en el que pintura y poesía se funden en una sola voz. Una experiencia cargada de luz, magia y, cómo no, compromiso con el arte y la vida.

Con dos almas por palabra (LF ediciones, 2017): escrito a dos manos junto con el poeta brasileiro Álvaro Álves de Faria. Fue publicado en Sao Paulo con el título De maos dadas y en España su publicación tiene un fin solidario: los beneficios de la edición irán a parar a la Asociación SBQ humanismo pequeñito que dirige Luis Felipe Comendador. Poemas que unen a dos almas de ambos lado del océano y construyen sus palabras en un juego de complicidad.

Sumergir el sueño / Sulagar o soño (Lastura, 2019): Poemario bilingüe gallego-castellano con prólogo de Juan Carlos Mestre, que recupera las raíces literarias y lingüísticas gallegas. Me sitúa en un quién y dónde me encuentro, me acerca a mis orígenes de mano de Celso Emilio Ferreiro y la poesía que leí en mi infancia y juventud y continúa con esa poesía, que considero tan necesaria, reivindicativa y de crítica social para que el lector deje de seguir estando en ese limbo de satisfacción y considere observar al mundo desde una perspectiva más solidaria, igualitaria y justa.

Premios:
Bautismo del Recuerdo, Casa Zorrilla, Valladolid, abril 2019.
"Aintzinako Bihotz", Corazón Arcaico (Voces del Extremo, 2018)
Premio Sarmiento de poesía 2015, Valladolid: Por el conjunto de la obra.
Editorial Seleer por el libro: Tierra con nosotros (2013).
Premio a la mujer de la cultura de Salamanca (2011), As. Tierno Galván de Santa Marta de Tormes.









miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA POESÍA YA NO SÓLO ES BELLEZA, ES RESISTENCIA AL ESPANTO.


Como decía Leopoldo María Panero: “Sé todo sobre la Rosa / y sobre el abismo al que mis pies insultan / llevo una llaga en mi pecho / que es el secreto de mi vida”. La poesía como la vida, es rosas y espinas. Es ternura y lucha cotidiana para llegar a sobrevivirnos en la destrucción, es belleza que duele y sangra cuando nace.
Escribir es, a mi humilde entender, comunicar una visión del mundo propio e íntimo que crece en las entrañas, es comunicar aquello que los ojos observan cuando el poeta camina en este mundo de todos. Un mundo que se necesita absorber y ordenar  y que a través de la poesía se puede expresar de manera esencial, clara, sincera, honesta, sin miedo al qué dirán o quién dirá. Nadie tiene poder para juzgar lo más innato, lo más honesto de nosotros mismos, sólo puede compartirlo, sentirlo, absorberlo, disfrutarlo o, por el contrario, desecharlo por no sentirse cerca de ello.
Quien ha bajado al abismo sabe que quienes le rodean también han arañado sus paredes para no sucumbir a la oscuridad; quien mira hacia dentro, ha llorado, ha muerto y vuelto a nacer. Y sólo después escribe, escribe para traducir el dolor de otros y el suyo propio, para evitar la muerte y la degradación, para abrazar a quienes se sientan cercados por las palabras, para que ese abrazo retorne al poeta y lo temple en su desolación. Escribir para mirar, desde la belleza, desde lo más esencial, cuanto nos rodea y porque, como decía Gabriel Celaya: “ …cuando se miran de frente / los vertiginosos ojos claros de la muerte, / se dicen las verdades: / las bárbaras, terribles, amorosas crueldades. […] Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales.”
Porque es una necesidad vital igual que respirar, escribir sin simulación, sin trucos, palabras que intentan transmitir sincera y honestamente el mundo que nos puebla. Y, entonces, como dijo Alberti, “Miro la tierra, aíslo / en mis ojos, atento, una pulgada. /¡Qué desconsolador, feroz y amargo / lo que acontece en ella!”. Sólo desde la profundidad de las entrañas, desde el silencio y la soledad que reflexiona, desde la distancia y la falta incluso “de cordura” escribir.
Leopoldo María Panero nos enseñó a decir sin poner caras a lectores, a ser uno consigo mismo y ser, el poeta a sí mismo, el primero al que deben sus palabras la  honestidad sin trampas. Sólo así, se consigue absorber, reconocer, ordenar la realidad, la belleza, la fealdad, el amor, el odio,…Respirar, además, el mundo a través de los otros, y que la empatía hace sentir como parte del dolor del poeta, así la poesía puede dejar de ser de uno mismo, para ser solidaria con la existencia de los demás.
Decía Charles Bukowski sobre SER ESCRITOR: “Si no te sale ardiendo de dentro / a pesar de todo/ no lo hagas. […] Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, / espera pacientemente. / A no ser que salga de tu alma / como un proyectil, / a no ser que quedarte quieto / pudiera llevarte a la locura, / al suicidio o al asesinato, / no lo hagas”.
Eso es, igual que no se necesita respirar a doble velocidad, no escribir si no se tiene nada que decir, si no se ve y no nace de los más profundo del ser. Pero, de pronto, una mirada, una caricia, el llanto o la muerte, puede hacerse visible e impulsar un poema. Y es en esa intimidad en la que el poeta se encuentra a sí mismo,  e intenta comunicar la belleza o la muerte que la vida le muestra. El otro, puede irritarse, enfadarse, sentirse solidario, empatizar, lo importante es que sienta. La poesía debe partir de nuestras entrañas para llegar a las de los demás, la impasividad es inexistencia, no debe ser un lujo cultural de los neutrales. La poesía existe porque existe todo aquello que nos diferencia del resto de los seres vivos: la capacidad de sentir, valorar,  decidir,…en cada instante, la capacidad de creer y crear un mundo simbólico que nos separa y, al mismo tiempo nos acerca a nuestro propio mundo, capacidad del ser humano de crear arte en cualquiera de sus expresiones. Porque ser poeta, como decía Flor Espanca: “É morder como quem beija!” Es luchar en una guerrilla con las palabras como única arma, para conseguir que en los demás crezca una revolución: sentir, sentir, sentir. Y si sabemos que no estamos muertos, sobrevivirnos a este dolor, salvar el abismo y sobrevivir. Es muerte y resurrección, igual que la vida: es gozo y dolor. Es, en definitiva, la única resistencia al espanto.
Las rosas, de verdad, no son perfectas:
algún pétalo se marchita en sus límites,
algún insecto en su corazón se preña.

Las descubres al nacer y
crees que son eternas:
huelen a belleza.

Pero son rosas del jardín
y no son perfectas:
son como la vida.

(Tierra con nosotros)

La poesía intenta abonar esa vida, esas rosas imperfectas. La belleza, cubre el abismo y, por instantes, nos deja creer en el paraíso. El reflejo en los otros, al contrario de Medusa, nos salva: Acompañarnos en el dolor, la ternura, la soledad, la muerte, el silencio; arañar nuestras entrañas y conmovernos; indignarnos, solidarizarnos, sensibilizarnos, hacernos salir del ostracismo, convertirnos en seres humanos y humanizados, salvarnos del abismo y de la finitud del mundo: esa es la salvación de la palabra.

Montserrat Villar

(El arte poético: resistencia y transgresión: plantar rosas en el infierno: resonancias de Medusa (Raias Poêticas, Familacão, Portugal, 24 de octubre de 2014)

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