Tengo una sobrina que cuando era pequeña quería cantar y bailar, pero cada vez que nos hacía una demostración huíamos de la sala, era un terremotillo ruidoso, "un enreíno". Pero ella no se rindió y después de mucho ensayar y aprender, baila y canta como a muchos nos gustaría. Gana premios con musicales y sobre todo, vive lo que hace.
Tengo una sobrina que lee un montón y escribe y escribe sin parar. Y para mostrar y demostrar quién es mi sobrina y cómo escribe, su CARTA A UN MALTRATADOR, PREMIADA por el Ayuntamiento de Salamanca el 12 de mayo de 2011. Con sobrinas como esta, mejor me dedico a la meditación.
¡ENHORABUENA CAMPEONA!
Querido cerebro:
Te escribo esta carta para exponerte lo que yo, tu mano derecha, siento. Yo sé que tienes muchas cosas en las que pensar y que hay muchos conflictos que resolver tanto internos como externos pero aún así debo expresarte mi desacuerdo. Cada vez que llegamos a casa después de un duro día y tú te empeñas en oponerte a lo que el corazón dictamina, soy yo el que más sufre. Yo sé que los sentimientos dicen que abraces a tu esposa, que la lleves a cenar, que le digas lo guapa que está una vez más, sin embargo tras su dulce beso de recibimiento tú buscas cualquier pretexto para ver en ella una ofensa, para asociarlo a los problemas que con ella poco tienen que ver. Eres tú el que con tus delirios me obligas a impactar una y otra vez con tal fuerza que el rosado de esos pómulos que solo quiero acariciar se convierta en púrpura. Esos momentos de furia son eternos para mí, cada vez que me alzas en forma de puño y caigo sobre esa suave piel es como si se rompieran todos mis huesos y un poco en parte es así, quedo rojo e incluso en carne viva. Después de cada paliza, a la que tú llamas error, te arrepientes y me maldices por golpear a lo que más quieres, de lo que tú no te das cuenta es de que yo no tengo voluntad, no soy yo el que decide, si yo tuviera el poder de decidir mis actos, si tuviera esa libertad, ten por seguro que jamás le haría daño sino, por el contrario, dedicaría toda mi fuerza en regalarle caricias y en hacerla sentirse querida. Me gustaría que tú pudieras sentir esta impotencia que me invade cada vez que tengo que pegar a esa dulce muchacha que solo sabe cuidarnos y querernos a pesar del trato que recibe: esa comida caliente que nunca falta, las camisas recién planchadas cada domingo y cada miércoles encima de la cama y ese olor a flores que la embarga. Siempre se escucha que hay que seguir al corazón y de verdad es algo que te pediría que hicieras, de esa manera no tendrías que arrepentirte, por el contrario te sentirías orgulloso de poder vencer a tu rabia y de poder querer y tratar como se lo merece a la mujer que tú decidiste amar y que incondicionalmente te corresponde. Echando la culpa a los demás no conseguirás vencer tus miedos al fracaso, a la superioridad, a que ella se dé cuenta de que es mejor que tú y se marche. Para lograrlo lo mejor que podrías hacer es no encerrarte en esos huesos que te rodean, ábrete a los demás y pídeles consejo.
Gracias por tu atención.
Un saludo tu mano derecha.
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