Como digo, han pasado 3 días, pero tengo presente en mi memoria y corazón la emoción y nervios que el sábado se apoderaban de mí, pero sobre todo, el cariño que me regalasteis.
Tierra con nosotros, somos todos los que vivimos en este mundo, con mejor o peor fortuna poética, los versos han tratado de definir aquello que la injusticia, pasividad, incoherencia humana clava en algunos de los que nos rodean y, la indiferencia con la que todos asistimos a muchos de los sucesos que se dan cerca o lejos de nuestros acogedores hogares. Es mi visión personal y absolutamente temporal de este momento que nos toca vivir. Sin pretensiones de ningún tipo, ni poéticas ni didácticas, simplemente, trata de ser testimonio de mi mundo y del mundo que nos rodea.
GRACIAS A TODOS los que habéis abierto las puertas de vuestra casa para que se cobije entre otros libros de grandes autor@s de vuestras estanterías. GRACIAS A TODOS los que habéis acompañado su bautizo y mis nervios (después me río de las madres que se ponen histéricas con las comuniones de los hijos).
GRACIAS A ANTONIO ORIHUELA por su prólogo y su compromiso solidario, compartido con tanta generosidad.
GRACIAS A ANDRÉS ALÉN por su portada y su compañía en la presentación, por enseñarnos cómo nace arte entre sus manos.
GRACIAS A Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ por las palabras que hacen parecer grande a este pequeño libro, por su complicidad y dulzura.
GRACIAS A PENTADRAMA por hacer que sea posible respirar literatura y cariño en todos nuestros encuentros.
GRACIAS A AQUELLOS que, sin veros ni conoceros, os acercáis a mi página y leéis lo que en ella escribo.
Ojalá el mundo pueda ser cada día más cálido para todos y la poesía ya sólo sea belleza.
AQUÍ
SIGO
La
primera vez fue
comprender
que la muerte se equivoca en los años.
Después
vino
el tener
certeza de que la vida no es siempre consecutiva
y que
mi cuerpo
se
moriría sin reconocer
el
llanto de la bofetada primera.
Pero
aquí estoy,
a pesar
de saber
cuál
sería la forma de hacer irreversible mi partida:
en
vertical y no en horizontal
(así no
pueden detener la sangre).
Y aquí
sigo,
mientras
la vendas que podrían cortar esa hemorragia
siempre
imaginada de la infancia, y descubierta inútil,
se han
convertido en piel de momia,
devaneo
entre la sonrisa y el llanto
que no
se expresa.
Y aquí
sigo,
contando
años, descubriendo nuevos fríos,
viejas
estaciones y alguna sorpresa.
Y aquí
sigo,
y
celebro poder haber vivido
a pesar
de la costra que bajo las vendas, se clava.
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