Fotografía de Chema Madoz |
El frío de la habitación
más abrigada de la casa
destruye la lógica de este momento.
Por eso los libros tiritan,
evitando el abanico de sus hojas
el refrigerio de la lectura.
El Señor de los anillos
apaga el fuego de todos los volcanes, o
nieva en el paraíso
obligando a cubrirse a
los dos turistas que lo habitaban.
Entro,
la luz se enciende,
los libros sufren de párquinson,
la calefacción se rebela.
Salgo corriendo,
la luz se esconde,
los libros se juntan
para evitar que hiele.
Hay algún Torrente
que enciende una hoguera.
Arde un Dante
en el fuego de su infierno.
Grita un Cela
tratando de apagar su culo
con el peso de su cuerpo.
Alguien abre la puerta,
quizás un Ortega...
y todos a una como en Fuenteovejuna
se acurrucan en mi espalda.
Es de noche, la luz se apaga;
cierro los ojos
sudo, sueño,
sueño con Don Juan en mi cama.
Montse Villar González
Ay los libros, el hermoso mundo en el que nos hemos adentrado sin miedo, para soñar, viajar, imaginar, crecer... ¿Qué sería de nosotros sin los libros?
ResponderEliminarBs
Gran labor literaria de Torrente Ballester en Salamanca
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